HUBO UN QUIOSCO EN EL COLEGIO
La dulzura como principio
Una mañana del año 1987, el deseo por más dulzura, caramelizó en un quiosco en el patio del colegio; el que inicialmente con tía Gaby satisfizo la ansiedad de niños y jóvenes, y que con el transcurso del tiempo junto a tío Pedro fue la base de una relación que perduraría por muchos años con los niños y jóvenes del establecimiento educacional.
Tío Pedro Huilipán y tía Gaby Ronda matrimonio sin igual, por años, fueron los contenedores emocionales de muchos alumnos y trabajadores de esta entidad en los recreos, tornándose el local en un refugio espiritual del quehacer cotidiano.
De hecho, la comunidad escolar supo apreciar a estas personas que, con el curso de los años se fueron convirtiendo en abuelos chochos sabedores de la vida, consejeros, alegres y entusiastas que aportaban al recreo, más allá que una fiesta de confites, el calor de los cafés y los pancitos de la mañana, sino la alegría, la pitanza de tía Gaby como la cobranza disparatada e insistente de los “ocho mil quinientos” y a veces la desconcertante intención de cortar corbatas.
El chocolate de fin de año
Era usual que llegado noviembre mes de licenciatura, el cuarto medio se embarcaba hacia la aventura desconocida, lleno de ilusiones y con el futuro incierto, pero ¡no se iban solos! pues se acompañaban de una gran barra de chocolate para cada uno, obsequio del quiosco, y que además era la antesala para degustar en casa de tío Pedro, exquisitos panecillos.
Las graduaciones recargadas
¡Al fin!! los alumnos recibían su licencia junto a los premiados por excelencia. “El primer lugar también era merecedor de un lápiz Parker” por el tío Pedro y tía Gaby, subiendo al escenario regalándolo cada vez, por muchos años a los alumnos meritorios.
Como devolviendo el gesto, cada fin de año, el quiosco se convertía en pizarrón donde los graduados se despedían, rayando con frases dedicadas al tío Pedro y a la “bruja” tía Gaby, destinatarios que recibían y exhibían con gran orgullo dichos escritos.
Una Partida sin graduación
El año 2023, después de 36 años tío Pedro y tía Gaby deciden cerrar el quiosco, sin que advirtiéramos el paso del tiempo, ”bajaron la cortina”.
Mientras cual fantasmas que habitan el colegio, donde las clases se continúan sin cesar, las aves zurean y graznan sonidos que son familiares, recordando los ritos asociados al local; se dice que entre palomas aún se escucha: “las migas”, “las migas” ¿no volverán?, respondiéndoles gaviotas que se descuelgan desde los aires carcajeando ¡buena la talla!.
En marzo 2025 tío Pedro bajó sus párpados para comenzar su viaje eterno, a otra aventura, a otra misión.
¡Adiós! tío Pedro, jamás olvidaremos tu cariño, tu simpleza intrínseca, tu sabiduría entregada a los alumnos, tu carismática forma de ser, ¡Muchas Gracias!.